Buscando alimoches

Blog e-Coambiental

Los alimoches son rapaces carroñeras con un papel muy específico: limpiar la naturaleza de restos de cadáveres para evitar que las enfermedades y las plagas se diseminen. 

Junto con los buitres leonados y negros, quebrantahuesos, milanos reales y milanos negros, forman parte de equipo de las aves carroñeras. 

Usar la telemetría no es tan fácil como parece. 



Un día de primavera hemos estado en el Parque Internacional Arribes do Douro (Portugal) buscando por radiotraking a Poiares, una hembra de alimoche que nos sorprendió la semana pasada con el envío de una coordenada, ¡después de haber tenido su receptor en silencio desde noviembre!

El alimoche (Neophron percnopterus) es el más pequeño de los cuatro buitres que pueden encontrarse en Europa. Al igual que las águilas o los cernícalos, son aves rapaces, lo cual significa que tienen patas y pico fuertes, grandes, potentes y adaptados para desgarrar y/o perforar carne. Los alimoches son de los últimos en llegar al festín cuando hay un cadáver en el campo. 

Primero llegan los buitres negros (Aegypius monachus) que con su pico afilado puede abrir la dura piel como un cuchillo y dejar al descubierto las partes más apetecibles. También llegan los buitres leonados (Gyps fulvus) que con su cuello largo y delgado, están especializados en comer de los agujeros y pequeñas aberturas que encuentren en los cadáveres. Esta especie no tiene casi plumas en el cuello para evitar que se le queden pegados restos de sangre y vísceras que puedan acumular bacterias. 

Alimoche (Neophron percnopterus)
Milano real (Milvus milvus)

Después es el turno de los milanos (negros y reales), que después de estar observando desde alguna rama, deciden lanzarse: pasan volando muy cerca del suelo para pescar trozos que se les hayan pasado al resto de buitres, mientras estos están en plena ebullición. 

Y por último, aparece nuestro amigo el alimoche, que rebusca en todos los huecos, debajo de piedras o dentro de huesos los restos que puedan haberse olvidado los demás en su festín. ¡Nada se pierde!

Mi colega Julieta, de SPEA, y yo, hemos estado entre los acantilados del Douro Internacional (Parque Internacional del Duero) buscando a una de las hembras de alimoche que han radiomarcado dentro del proyecto LIFE Rupis, con la intención de conseguir información sobre los movimientos migratorios de estas aves tan llamativas. Sólo tienen cinco ejemplares marcados, y tres estaban en silencio desde que se fueron a África en otoño. No sabíamos si es porque allí perdido cobertura, se habían estropeado los marcadores, alguien los había cazado... o habían muerto por causas naturales durante su invierno en Mali, en el parque natural donde van muchos de estos alimoches a pasar el frío. 

Aunque la mañana no fue demasiado fructífera el paseo fue muy agradable. No escuchamos ninguna señal de Poiares, aunque al menos saíamos que estaba viva, porque, cuando unos días antes su emisor se encendió brevemente para mandar una única señal, había sido muy cerca del lugar donde había hecho su nido el año anterior. 

Sin embargo, lejos de desanimarnos, los aromas de la primavera, el calorcito después de un invierno duro en las Arribes del Duero y la brisita nos alegraron la mañana.

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