El suelo como pilar de la conservación de la biodiversidad
La salud del suelo es un factor clave en la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, a pesar de que es la piedra angular de un ecosistema, suele ser el gran olvidado de la conservación.
La biodiversidad del suelo y la gestión sostenible de los suelos son requisitos previos para el logro de muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por lo tanto, es esencial cuidar la salud del suelo para proteger la biodiversidad y mantener la salud de los ecosistemas.
¿Por qué es tan importante el suelo?
1. El suelo alberga una gran cantidad de organismos vivos, desde microorganismos hasta animales más grandes como lombrices, insectos y topillos. Estos organismos son esenciales para la salud del suelo, ya que ayudan a descomponer la materia orgánica y a mantener la estructura del suelo. Además, la biodiversidad del suelo respalda la salud humana, de forma tanto directa como indirecta, a través de la regulación de enfermedades y la producción de alimentos. Varias bacterias y hongos del suelo se utilizan tradicionalmente en la producción de salsa de soja, queso, vino y otros alimentos.
2. El suelo es un importante sumidero de carbono. Cuando el suelo está sano, puede almacenar grandes cantidades, lo que ayuda a reducir el CO2 en la atmósfera y a mitigar el cambio climático.
3. La salud del suelo también es importante para la producción de alimentos. Un suelo saludable es esencial para el crecimiento de cultivos y para la producción de alimentos nutritivos y de alta calidad.
La pérdida de biodiversidad del suelo no es solo un problema de conservación, sino que afecta a múltiples funciones del ecosistema, incluyendo las tasas de descomposición de la materia orgánica, la retención de nutrientes y la regulación del clima.
La degradación del suelo es un problema grave en todo el mundo. La erosión, la contaminación y la pérdida de nutrientes son algunos de los factores que contribuyen a la degradación del suelo (desertificación). Si no se protege y restaura el suelo, puede tener graves consecuencias para la biodiversidad y para la seguridad alimentaria.
La adopción de prácticas de gestión sostenible de suelos por parte de los agricultores, como premisa básica para preservar la biodiversidad del suelo, es fundamental para lograr un futuro sostenible. Para conocer qué prácticas son las más adecuadas, primero se debe conocer el estado de salud del mismo. Para ello, existen diferentes formas de medir la salud del suelo y su biodiversidad.
Una forma es a través de indicadores biológicos, como la respiración del suelo, la actividad enzimática, la abundancia de microorganismos y la diversidad de especies. Estos indicadores pueden proporcionar información sobre la calidad biológica del suelo y su capacidad para sostener la vida vegetal y animal.
Otra forma de medir la salud del suelo es a través de pruebas de salud del suelo, que miden las propiedades biológicas, químicas y físicas que indican un crecimiento saludable de los organismos del sueloo propiedades que promueven este crecimiento saludable. Estas pruebas pueden medir la cantidad de nutrientes en el suelo, la escasez de la materia orgánica y el ciclo de nutrientes, entre otros aspectos.
Una vez establecido el punto de partida mediante análisis, existen diversas prácticas agrícolas que pueden mejorar la salud del suelo. El NRCS (Servicio de Conservación de Recursos Naturales del Departamento de agricultura de EEUU) ha identificado cinco principios generales para construir la salud del suelo:
minimizar la perturbación del suelo
aumentar la diversidad vegetal
mantener la cubierta del suelo
mantener la rotación de cultivos
agregar enmiendas orgánicas.
Para ello, se deben realizar algunas de los siguientes actuaciones.
La rotación de cultivos es una práctica que consiste en alternar diferentes cultivos en un mismo terreno para evitar la acumulación de patógenos y mejorar la calidad del suelo. Se pueden alternar periodos de descanso con siembra de leguminosas para recuperar los nutrientes del suelo y siembra de cerales, por ejemplo.
El cultivo de cobertura es otra práctica que consiste en sembrar plantas que cubren el suelo durante los períodos en que no se cultiva para protegerlo de la erosión y mejorar su calidad, como durante el barbecho, o en cultivos con vegetación arbórea, como olivares o frutales.
Los abonos verdes son cultivos que se siembran específicamente para mejorar la calidad del suelo y agregar nutrientes. Estas plantas se cultivan con el fin de ser colocado en el suelo cuando aún está verde. Mientras crecen, actúan como cobertura del suelo, preservando la estructura del mismo con sus raíces y hojas. Una vez que se cortan , se dejan en el suelo para que se descompongan y se conviertan en abono orgánico, lo que devuelve los nutrientes al suelo, lo protege de la erosión del agua y del viento y también evita el sobrecalentamiento de la capa superior de la tierra cultivable por la irradiación solar. Los abonos verdes también pueden ser utilizados para desintoxicar los suelos y permitir procesos de agricultura orgánica, eliminando residuos tóxicos de materiales químicos.
La siembra directa (o labranza cero sin arado) es otra práctica que consiste en sembrar sin arar el suelo, lo que reduce la erosión y mejora la calidad del suelo. En lugar de arar, se utilizan maquinarias especiales que permiten sembrar directamente en el suelo sin removerlo. La siembra directa tiene varios beneficios, lo que hace que los suelos adquieran más resiliencia. Además incrementa la cantidad de agua que se infiltra en el suelo, aumenta la retención de materia orgánicay reducir la erosión del suelo.
La restauración del suelo es posible. Hay muchas prácticas agrícolas y de gestión del suelo que pueden ayudar a restaurar la salud del suelo. Solo es necesario conocer cuáles son las más adecuadas para el terreno que queremos recuperar. En resumen, la salud del suelo es esencial para la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Cuidar el suelo es importante para mantener la salud de los ecosistemas, para producir alimentos nutritivos y de alta calidad, y para reducir la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Si queremos proteger el planeta y asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras, es esencial que cuidemos el suelo y tomemos medidas para restaurar su salud.
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